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M. Cecilia Stefania Beltrame Quattrocchi O.S.B.a.p.
Stefania, llamada Fanny por su familia -más tarde hermana María Cecilia-, nació en Roma el 9 de marzo de 1908, segunda hija de Luigi y María Beltrame Quattrocchi. De niña, asistía a conciertos de música clásica, estudiaba y viajaba, al tiempo que desarrollaba una intensa actividad parroquial, dedicándose a diversas obras de apostolado.
El 18 de septiembre de 1927 dejó su casa de Beltrame para seguir su vocación religiosa, acompañada por su padre Luigi, camino de Milán para unirse a las monjas del Monasterio de San Benedetto; aquí tomó el nombre de Sor Cecilia.
Humilde, vestida de silenciosa reserva, hizo su profesión perpetua el 6 de octubre de 1932. Sólo tres años después, siendo aún muy joven, recibió la difícil y delicada tarea de maestra de novicias.
Mientras tanto, el vínculo espiritual de la hermana Cecilia con sus hermanos y su familia no se interrumpió.
Las diversas cartas que Sor Cecilia dirigió a Madre María revelan no sólo su profunda y riquísima experiencia espiritual, sino también la calidad de la relación filial que es propia de la verdadera dirección espiritual. Alma contemplativa, totalmente entregada a la voluntad de Dios, sabe ser profundamente buena al perdonar hasta el final, olvidando totalmente cualquier mal que le hayan hecho.
En el monasterio, ocupó varios cargos: miembro del Consejo, archivera, bibliotecaria, directora de las revistas de espiritualidad, organista, maestra de coro, tenía conocimientos de idiomas europeos.
Educadora sensible y abierta, formó a muchas generaciones de niñas en la fe y la vida. El amor, la inteligencia sobrenatural de los caminos de Dios y una gran experiencia espiritual dictaron su profunda sabiduría. Fue grande su esfuerzo en el trabajo de revisión de las Constituciones.
El 18 de noviembre de 1971 fue elegida priora; se abrió así una temporada de sacrificio, de una vida enteramente fundada en la fe y el servicio amoroso a las hermanas.
Fue priora desde 1971 hasta 1990, al final de los cuales no quiso ser reelegida a pesar de la presión afectuosa de sus hijas. Aunque la cruz de la enfermedad no le permitía participar activamente en la comunidad, crecía en ella su preocupación maternal por cada hermana.
Regresó a la casa de su Padre celestial al amanecer del 1 de marzo de 1993, después de recibir la Sagrada Comunión y decir sus últimas palabras: "Estoy en la confianza". Estas palabras son la síntesis de una vida confiada, día tras día, a la voluntad del Padre con una sencillez filial.
P. Massimiliano Noviello OFMCap.
Postulador de las Causas de los Santos