«La vocación de cada hijo nace del amor vivido en la familia; es el amor degustado entre las paredes del hogar el que permite dar los primeros pasos por el camino de la santidad —añade el cardenal Farrell—. La experiencia de la oración nos acerca al sentido profundo y salvífico de las relaciones en la vida cotidiana. Los binomios familia y vocación, así como familia y santidad, muestran la importancia fundamental de las relaciones familiares en la generación del amor. En una época en la que las pruebas y dificultades se suceden con frecuencia, en la que la familia vive y afronta desafíos y contrariedades, hablar de santidad familiar podría parecer anacrónico o inapropiado. De ahí la importancia de la oración para vivir plenamente el sacramento del matrimonio. En efecto, la relación con Dios permite a los esposos cristianos reavivar cada día la Gracia recibida, que los sostiene en las dificultades y en las luchas diarias. Nuestra vida puede ser siempre un camino de santidad personal, de pareja o familiar, un camino para crecer en el amor al otro. Cada miembro de la familia (niño/a, joven, padre/madre o abuelo/a) podrá redescubrir en sí mismo una llamada a la santidad. En este sentido, la vida familiar puede convertirse en una expresión del «rostro más hermoso de la Iglesia» (GE 9). Se revela, de este modo, el resultado de una lectura cruzada de Amoris Laetitia y Gaudete et Exsultate, que el Papa Francisco nos propone en el tema del Encuentro, para comprender en profundidad la vocación de la familia».
«Los esposos cristianos —continua el cardenal De Donatis—, siguiendo las huellas de ilustres santos y beatos, y con su intercesión, están invitados a recorrer juntos su camino de santidad. Siguiendo el modelo de los padres de Santa Teresa de Lisieux o de los esposos Beltrame Quattrocchi, están llamados a vivir con confianza las pruebas dolorosas de la vida y a ver en la trama de su amor la presencia fiel de Cristo. El impulso de esperanza generado por el amor fiel de Dios induce al deseo de anunciar Su amor y convertir la familia en «camino de la Iglesia» (AL 69), lugar en el que alimentar nuevas vocaciones».